ESTAR ALEGRES

jueves, 24 de noviembre de 2011

Si porque cuando miras a tras te das cuenta de que para la HUMANIDAD haya sobrevivido a todo lo que ha sobrevivido ha tenido que tener un exceso de optimismo, a decir de Eduardo Punset, que insiste en que esta crisis no es planetaria ¿es que se puede tener un déficit con Saturno? Defiende que es precisamente el optimismo el que nos ha permitido seguir viviendo: “Es lo que nos hace creer que nosotros seremos los últimos en ser despedidos, que nuestros hijos no serán los que rechacen en tal o cual colegio”.

Estamos en el inicio de un salto tecnológico y humano. Hay pruebas ya de que la violencia está disminuyendo y el altruismo subiendo. Las razones para dejar de lado el pesimismo debemos buscarlas en el éxito de tres grandes descubrimientos, a saber: El primero es la intuición como fuente de conocimiento tan válida como la razón; la segunda, la plasticidad cerebral gracias a la cual podemos cambiar nuestra estructura cerebral y genética y la última, la ventana del tiempo que nos indica lo que hay que hacer para que la adolescencia y la mayoría de edad no sea un desastre. Eduardo Punset dice que “cada década aumenta dos años y medio la esperanza, lo que debería llevarnos a plantear la redistribución del trabajo”.

¿Cómo? “Este reparto dice, implicaría que la gente de mediana edad trabaje solo media jornada y se prolongue su edad de retiro”.

HACE FALTA CREATIVIDAD E IMAGINACIÓN. 

Los jóvenes han de ser quienes lideren y esto es lo que ni se hace ni se está haciendo. Eduardo Punset en su “Viaje al optimismo” se le puede leer poderosas razones para creer que cualquier periodo venidero será  mejor que el anterior. Estamos en el inicio de un salto tecnológico y humano para “lideralizar” el cambio de gesto en medio de esta mísera crisis.

Imagen: Eduard Punset

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"Soy humano; nada humano me es ajeno". Terencio

"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Martin Niemoller

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