EN ESPERA DE LA ESPERANZA
martes, 8 de noviembre de 2011
En estos momentos cruciales de España, se tiene el conocimiento de que el señor Rajoy piensa con su zorrería gallega, que el resto del país es tonto, ya lo dijo el señor Pons, por eso es capaz de crear cuatro millones de empleos por obra y gracia del PP y poner a España, según dice, de nuevo en el ranking internacional. Al menos es su convencimiento.
Muchos pensamos, a cierta edad, que el señor Rajoy ha estado en la localidad pontevedresa de Sanxenxo, en olor de santidad, guardado en una urna, y no se ha enterado de que estamos en el año 2.011 y padeciendo desde el año 2.008 la peor crisis económica internacional de todos los tiempos, que ni el señor Aznar en 1.996 y en el 2.000 vivió los momentos de bonanza económica alocada, que se encargó de maximizar gracias al disparate de liberalizar el suelo, promoviendo alocadamente la actividad de quienes se lanzaron a una “construcción salvaje”, cuyo resultado fue la “burbuja inmobiliaria” unida a la actual crisis.
La banca, encabezada por el señor Botín, hizo su “agosto” con los especuladores financieros y del suelo, que dicho sea de paso, no fueron pocos y muy aprovechados, se llenaron los bolsillos. ¿A donde fueron a parar esos cuantiosos beneficios? Habrá que preguntarlo en algún paraíso fiscal. Ahora bien, en cuanto al empleo en tiempos del señor Aznar fueron muchos pero precarios, con una economía sumergida y mayor fraude fiscal de todos conocidos, menos del gobierno de entonces.
Hoy, hay que fijarse bien señor Rajoy, incluso sin crisis, y con buenas perspectivas económicas, para decirle que usted no es creíble, porque tiene que “contentar” a muchos de dentro de su partido, el PP, como la señora Santamaría, Cospedal, Esperanza Aguirre y a su alrededor, a los caducos políticos del señor Aznar y además, Correa, Campos, Arenas, Pons, y algunos más que están ocultos en la recámara de la corrupción. Usted lo sabe muy bien. Y de hacerlo no le queda nada que “pelar”, y por lo tanto, su perfil es de perdedor y si gana en esta ocasión no es por sus méritos propios, no, sino por la oportunidad que le han dado los demás ¡ya me entiende!
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