Sancho: ¿Que pasa en el Vaticano?

jueves, 16 de febrero de 2012


Porque de lo que se entera uno, sobre la “guerra” oculta por el control del Vaticano, que no es chepa de mosca, aparecen  documentos secretos que revelan la campaña contra la mano derecha de Benedicto XVI. Es, amigo Sancho, un ataque envenenado contra el cardenal Taracisio Bertone, brazo derecho del Papa y primer ministro del Estado Vaticano, a quien reprochan no saber llevar las riendas económicas vaticanas, porque las espirituales, ya sabes Sancho, se cubren con las económicas.

No es igual, Sancho, los paseos que tú realizas con tu “amo” por la Mancha, como las filtraciones evidentes del descontrol que reina en la Santa Sede, que de santa tiene poco, y que lleva la advertencia de “estrictamente confidencial” que en su día, entregó  el cardenal colombiano Castrillón Hoyos; esta es, la filtración de dos cartas reservadas que el arzobispo Carlo María Viganó,  ex “de la gestión financiera del Vaticano” envió  a Benedicto XVI y a Bertone denunciando “situaciones de corrupción y prevaricación” del organismo ¿A que no te habías enterado? Pues toma nota como anda la Casa de Dios.

Estas revelaciones, cuando el río suena, son el signo evidente de la lucha intestina que se libra en el Vaticano, tocado no por la espiritualidad de sus miembros, sino por el “dinero” cuestionado desde el 2.009, cuando muchos pidieron la cabeza de Bertone a raíz del escándalo de Williamson al que el Papa levantó la “excomunión”.

Te digo Sancho, que el Papa está más preocupado de su sucesión y ya sabes, del dicho vaticano: “quien entra como Papa, sale como cardenal”. Esto es lo que hay.

Imagen: Benedicto XVI.

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"Soy humano; nada humano me es ajeno". Terencio

"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Martin Niemoller

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