Los del PP nos van a cocer de verdad.

sábado, 4 de febrero de 2012


Mientras la olla a presión de la “crisis económico-financiera” sigue hirviendo, el ahora Gobierno del PP sigue rápido y veloz en explicar la receta “portuguesa” más los imperativos de Ángela Merkel, que nos señala “su reforma laboral” como ejemplo para España. Así cocinaremos con oficio, visto lo cual, el catálogo de recetas es mucho más ambicioso que el del PSOE: Unos piden poner la  “olla con un poco más de despidos” y más baratos,  o gratuitos a ser posible, para que el cocido económico-financiero, alcance su “adecuado punto”; otros, en cambio, como Rajoy, se inclinan por el “bacalao a la portuguesa” y Merkel, que es la “jefa de la cocina”, prescribe a España - como dice Vence- de una receta laboral como la que le ha salido a ella en su Alemania, porque España no dispone de muchos alemanes, para que funcione la fórmula. Es cosa de probarlo.

No sabemos si la crisis se resolverá entre fogones y con las apropiadas recetas y el arte culinario en Galicia, por ejemplo: Es grande con el Serenísimo Capitulo del Albariño, La Orden del Cocido, La Fiesta de la Sardina, La Fiesta del Lacón con Grelos, Callos, Cachucha, etc. aunque en estos momentos las órdenes de caballería falten para ponerles el broche de oro, a tan faustos acontecimientos.

Con este “armamento” malo será que no encontremos alguna fórmula que ayude a superar la grave situación que decían, iba a superar el PP tan ponto subiese al poder.

Los gallegos ya vienen ensayando desde hace años, la “receta” de trabajar como los japoneses y “cobrar” como los chinos.

Imagen: Merkel y Rajoy.

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"Soy humano; nada humano me es ajeno". Terencio

"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Martin Niemoller

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