EUROPA PADECE UN CRÉDITO GRIPAL

Empecemos por donde conviene, por el principio. Por la política de desinflación competitiva impuesta en Europa a los países candidatos a integrar la zona euro que llevó, por ejemplo, a España a un círculo económico aparentemente virtuoso cuyos fundamentos se revelaron insostenibles. En la pasada década la inflación excedió el 2% retenido por el Banco Central Europeo. Las familias y las empresas al encarar el crédito en condiciones ventajosas no dudaron en endeudarse masivamente. Las familias estimuladas por el optimismo asentado en el aumento general del nivel de vida, efecto de convergencia con Europa, y la creación de empleo incrementaron el endeudamiento. Las empresas no financieras aprovecharon el tirón de la demanda y la deuda se disparó al 135% en el año 2.007. Sostenido todo por el endeudamiento el consumo privado alcanzó un dinamismo imparable. Todos presumíamos de haber dejado aquél país pobre, escuálido y beodo de Machado por la soberbia y el despilfarro, olvidando el dicho portugués de: ¡Hay España si te mueves! con el cañoncito incluido.

Ahora con el “crédito gripado” por la incapacidad de unos y otros: En primer lugar por el Banco de España por no haber sabido parar a tiempo el sistema financiero de aquellas alegrías; hoy tenemos desgraciadamente al país convertido en tercermundista y ¡vaya usted a saber…! Así las cosas ¿hay alguna receta para remediarlo? SI, LA HAY PERO NO INTERESA.

¡Españoles! hay que deslatarse del esnobismo consumista muy de moda y mostrar preferencia por nuestros productos nacionales; hay que equilibrar nuestra balanza de pagos. Hay que volver a niveles razonables de crecimiento y para eso hay que dejar de “tostarse al sol” como se ha venido haciendo, de lo contrario será que el “personal” le encanta el fatalismo.

No olvidemos que el mayor seguro de vida del capitalismo deshumanizado es la propia condición del hombre y hoy más que ayer con las “mujeres” para que el barco no se hunda más, que le viene al capitalismo como anillo al dedo como alma habitual de todas las maldades.