La Mercadotecnia turística
sábado, 7 de enero de 2012
Es esta forma de
turismo no hace más que vendernos paraísos con playas de arena indescriptibles,
temperaturas perfectas y felicidad a raudales. Con estos premios, la gente
viaja como obedientes borreguitos a esos lugares y a menudo regresan
maravillados del templo, tienda de suvenir, allí donde vive el camarero que les
ha servido el té con reverencia, lejos de donde se amontona la miseria, la
esclavitud, las enfermedades y el miedo.
Regresan satisfechos,
hablando de las maravillosas puestas de sol, de la amabilidad de la gente, todo
esto sin salirse del circuito turístico, seguro, limpio, en que ninguna visión
es desagradable y que pudiera perturbar, pero de hacerlo, de moverse, de
desplazarse, empezarían a descubrir los brazos amputados por las guerras, los
niños pululando por las calles con sus fiebres y mocos, las moscas pululando
por doquier en manadas nauseabundas. De hacerlo, este paraíso soñado llegaría a
convertirse en un auténtico infierno.
No cabe duda, que más
de uno piensa que en algún rincón del mundo existirá un lugar de calma y de
riqueza. Los emigrantes africanos, por ejemplo, piensan que en Europa no hay
moscas ni pobreza, que Europa es para ellos el Jardín del Edén, cuando la
triste realidad es otra. Aquí, también existe esclavitud, subalimentación,
enfermedades y hoy por hoy, también miedo al presente y al futuro.
Imagen: El Roto.
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