EL TRABAJO. LOS BENEFICIOS DEL TRABAJO

sábado, 20 de agosto de 2011

Dijo Paul Lafargue en su libro “El derecho a la pereza” en 1.883 ¿no pueden comprender los trabajadores que, al trabajar en exceso, agotan sus fuerzas y las de su progenie que están extenuados y, mucho antes de que les llegue el momento son incapaces de hacer nada; que, absorbidos y brutalizados por este vicio, ya no son hombres sino fragmentos de hombre que matan todas las bellas facultades de su interior para no dejar viva y floreciente más que la furiosa locura del trabajo?

Hubo, precisamente, un tiempo no muy lejano en que la humanidad aguardaba con ilusión una nueva “era del ocio”, porque con las máquinas iban a liberar a todo el mundo de la monotonía del trabajo. Ciertamente, hoy, al pasarnos por la oficina o fábrica tenemos que echar un vistazo a las pantallas, accionar mandos, firmar facturas y el resto divirtiéndonos por ahí. Con tanto tiempo libre a nuestra disposición, las palabras “prisa” y “precipitación” acabarían por desaparecer del mapa.

El siglo XIX, esta profecía se reveló como ingenua y descabellada porque en las fábricas de la “revolución industrial”, hombres, mujeres y niños, trabajaron 15 horas al día y sin embargo, a finales de este mismo siglo apareció nuevamente la “era del ocio” en el radar cultural. En el año 2.000, nuestro insigne BERNARD SHAW, don GEORGE, predijo se trabajaría 2 horas al día.

¿Podría haberse equivocado más? ¿Qué le ocurrió a la era del ocio? ¿Por qué tantas horas de trabajo?

Una razón simple: el dinero. El apetito interminable de los bienes de consumo que significa, que cada día se necesita más y más y más “metálico”. Así que en lugar de tomar los beneficios de la productividad en forma de tiempo libre, los tomamos como ingresos superiores.

Según la Organización Internacional del Trabajo, los franceses, belgas y noruegos son los más productivos y los británicos los que pasan más tiempo en las fábricas.
Los políticos hambrientos de “votos” aprovecharon las tendencias para equilibrar trabajo y vida privada. Francia estipuló 1.600 horas al año, mientras que bancos, cajas y grupos financieros se dedicaron a lo suyo: ganar dinero, hasta llegar la triste realidad que hoy vivimos. No todo fue miel sobre hojuelas. Y uno se pregunta, pero si todo iba tan bien ¿qué pasó? ¿Cuáles son los motivos para llegar al cierre de empresas, al paro, a los desahucios y a tanta miseria? ¿Dónde están los culpables? ¿No hay bajo el planeta Tierra quien o quienes puedan exigir responsabilidades? Hasta el momento 20 de agosto del 2.011, no.

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"Soy humano; nada humano me es ajeno". Terencio

"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Martin Niemoller

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