¿CUANTO CONSUMO POLITICO HA HABIDO HASTA EL 22 M?

lunes, 13 de junio de 2011

Que no nos digan que los partidos políticos no han convertido las elecciones del 22 M. en “marketing político”, vendiendo promesas y más promesas que el pueblo mal llamado “soberano”, en vez de ser consciente y crítico y ver lo que realmente interesa, se dejó vender por una o varias promesas, un bocadillo, un trozo de empanada o los 50 euros que vergonzosamente han repartido, en algún lugar.

Reflexionando, una vez, más, ¿se han hecho los votantes, un balance claro y conciso del político, antes de votar? ¿Se han hecho los votantes cuales fueron los compromisos cumplidos, o sin cumplir de los cuatro años pasados? Nos parece que de esto, nada de nada, y el riesgo de convertir la política en una mera mercancía, los ha llevado a este puro marketing político, que tan bien les ha resultado. Al mejor estilo franquista, que dicho sea de paso, aún quedan en el país.

Algunos votantes han demostrado con su actitud, alejarse y desinteresarse, en busca de un gobierno municipal o autonómico justo para todos y por todos. Lo normal en estos casos debiera ser una actitud crítica y activa y se ha comprobado que se han dejado llevar por la palabrería y el marketing típico americano, muy de moda actualmente en España.

Una sociedad verdaderamente democrática exige un buen ejercicio de reflexión, crítica y participación.

¿Cómo conseguirlo? Desgraciadamente en España no es tarea fácil. Con el 15 M. “INDIGNAOS” es posible plantearles a los políticos sus claros compromisos de participación social. Es fundamental que estos voluntarios y otras organizaciones sociales ocupen el primer plano social, orienten a los votantes del bocadillo o la empanada para controlar las promesas electorales y participar activamente para que se cumplan. De lo contrario seguiremos como hasta ahora.

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"Soy humano; nada humano me es ajeno". Terencio

"Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada".
Martin Niemoller

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